El problema con el servicio de agua potable es real, y hoy existe en la ciudad de Corrientes en numerosos puntos. Uno de los afectados es el Barrio Ongay, situado detrás de la Terminal de Ómnibus de nuestra ciudad.
Después de cruzar las vías, hay que bajar abruptamente tres metros para divisar las primeras casitas de este barrio, la mayoría de material, rodeadas de zanjas que suplantan a las ausentes cloacas.Las familias que allí residen “gozan” del servicio de agua potable: el caño maestro pasa por la ex vía, y desde allí realizan una conexión mediante una manguera que llevan bajo tierra hasta su casa. La canilla se instala en una pared del lado de afuera de la vivienda, y no dentro, en el baño o en la cocina, porque no pueden afrontar el costo elevado que implica esta inversión, y en la mayoría de los casos todos esos ambientes no existen. Si nos adentramos unas cuadras para atrás, el barrio presenta unos pasillos en forma de laberinto, que constituyen los caminos de acceso a las viviendas más precarias. Para llegar a ellas, sus habitantes deben cruzar desagües pluviales, que ellos mismos abrieron en algunos casos, para evitar el avance de las aguas en los días de lluvia. En esas ocasiones, estos senderos se vuelven intransitables. Y también deben sortear las zanjas, que de forma natural se transforman en basureros, o hervideros de gérmenes, bacterias e insectos portadores de varias enfermedades que pueden afectar a sus pobladores cercanos. Para tener agua potable en sus casas, estos vecinos deben realizar una conexión del caño maestro, utilizando el mismo procedimiento que los que viven cerca de la ex vía: colocar bajo tierra una manguera que llegue hasta sus casas. Pero el problema del costo aquí se incrementa, porque el hecho de estar unas cuadras hacia adentro del barrio, implica que la longitud de la manguera aumenta, y en algunos casos llega a los 200 metros. Y la realidad del ingreso de estas familias no suele superar los 2 pesos diarios para todo el grupo.Además, para que sirva y funcione, este trabajo debe estar bien realizado, por lo que ya hay “trabajadores especializados” que cobran entre 25 y 30 pesos para realizar esta tarea. Algunas personas han elegido realizar esta “inversión” entre dos familias, o ir haciendo la conexión de casa en casa, para reducir los costos. Este es el caso de la señora Ramona López, que hace 6 años vive en el barrio, con sus 7 hijos. Ella pudo tener la canilla en el patio de su casa, pues se conectó del caño de sus suegros, que viven al lado hace ya 20 años. Esto les trae la dificultad de no poder utilizar el agua al mismo tiempo, pues la presión no es suficiente, así que deben turnarse para lavar, higienizarse, y cocinar.
TESTIMONIOS y SOLIDARIDAD
Pero la realidad es que no todos pueden disponer de agua potable en su casa, por lo que se ven obligados a pedirla prestada, y a acarrearla todos los días.Esto es lo que debe hacer María José para poder cumplir con los quehaceres que le implican una casa, un marido y dos hijos, uno de 6 y otros de 2 años. Ella no tiene la canilla de agua potable en el patio, así que la señora Rosi, su vecina de al lado, todos los días se la “presta” para que pueda cargar un barril grande del tamaño de un lavarropas. Para María José este acopio ya forma parte de su rutina, y se le ha convertido en algo normal.
Otro caso es el de su cuñada, Carmen Lorena Pérez, que vive enfrente hace ya seis años, y sufre del mismo problema, con la diferencia de que vive con sus 6 hijos y su suegra, por lo que su acarreo de agua debe ser mayor. Carmen necesita el barril grande como el que utiliza María José, y además 4 baldes de 20 litros cada uno. A ella el agua se la cede gentilmente otro vecino, con el que se organizan para realizar el acopio por la mañana, de manera ordenada, para tener buena presión todo el tiempo. A pesar de la labor cotidiana, Carmen sabe que esta situación no es normal, y que necesita tener por lo menos, la canilla en su patio. Pero no puede afrontar el costo de su instalación, por lo que se resignó al acarreo.Esta situación se repite de igual manera en el Barrio Punta Taitalo, en Molina Punta, y en el Barrio La Olla, que se ubica 10 cuadras más atrás del Ongay, donde el servicio de agua potable constituye una canilla vecinal ubicada de manera estratégica en las esquinas, o en la mitad de alguna cuadra.
Hay pequeñas cosas que hacemos diariamente como la más normal del mundo, como lo es abrir una canilla y que salga el agua. El sólo hecho de tener una canilla dentro de la casa, en la cocina o en el baño, nos es absolutamente normal e imprescindible para lavar, cocinar, higienizar, tomar… Lo que para algunos es muy común, para otros es un privilegio.
Hay pequeñas cosas que hacemos diariamente como la más normal del mundo, como lo es abrir una canilla y que salga el agua. El sólo hecho de tener una canilla dentro de la casa, en la cocina o en el baño, nos es absolutamente normal e imprescindible para lavar, cocinar, higienizar, tomar… Lo que para algunos es muy común, para otros es un privilegio.
En estos barrios, las situaciones como las mencionadas se multiplican considerablemente. y como sociedad y, principalmente, a los que conducen sus destinos, tanto desde la esfera pública como privada, nos hacen un severo llamado de atención para que la dignidad de estos hermanos, sea recuperada y vivan como lo quiere nuestro Creador.
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