martes, septiembre 19, 2006

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

SER LAICO (II)

(Por María Silvia Goldfarb). - La realidad actual, reflejada en los medios de comunicación social, se nos presenta con una crudeza y dureza que a los cristianos debe movernos a actuar, porque como dice el documento del Papa, no nos es lícito permanecer ociosos ante el espectáculo de tantos hermanos que sienten vulnerada su dignidad como personas, ante familias desintegradas por falta de trabajo, por la droga, la desnutrición, el trabajo infantil, la explotación, la pobreza, que muchas veces lleva a situaciones extremas, que afectan la convivencia no solo familiar sino de la sociedad toda, generando violencia en todas sus formas.
En el documento de Puebla, los Obispos, al referirse a la dignidad de la persona nos decían: “La realización de la persona se obtiene gracias al ejercicio de sus derechos fundamentales, eficazmente reconocidos, tutelados y promovidos. Por eso la Iglesia, experta en humanidad, tiene que ser la voz de los que no tienen voz, correspondiéndole una actividad de docencia, denuncia y servicio para la comunión y la participación”.
Para todo cristiano la dignidad de la persona humana está centrada en el valor religioso de todo hombre, imagen y semejanza de Dios y redimidos por Jesucristo. El respeto de toda persona reside por ello en el respeto y la práctica real de los ‘derechos del hombre’ y no es su sola declamación, muchas veces formal.
Puebla más adelante dice: “El enunciado de los derechos fundamentales de la persona humana, hoy y en el futuro, es y será parte indispensable de la misión evangelizadora de la Iglesia. Entre otros, proclama la exigencia y realización de los siguientes derechos: INDIVIDUALES: derecho a la vida, a la integridad física y psíquica, a la protección legal, a la libertad religiosa, a la libertad de opinión, a la participación en los bienes y servicios, a construir su propio destino, al acceso a la propiedad. SOCIALES: a la educación, al trabajo, a la asociación, a la vivienda, a la salud, a la recreación, al desarrollo, al buen gobierno, a la libertad y justicia social, a la participación en las decisiones que conciernen al pueblo y a las naciones”.Desde el lugar donde nos toque actuar, debemos, como laicos, miembros del Pueblo de Dios, ser instrumentos idóneos para trabajar por el cumplimiento efectivo de todos los derechos de la persona.

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