RESCATAN A JÓVENES DE LAS DROGAS PARA OFRECERLES VALORES
La obra se está llevando a cabo en el Centro Pastoral “Domingo y Laura”, en Mendoza al Sur. A través del deporte, y de la espiritualidad, un grupo de voluntarios está intentando que jóvenes de ese sector dejen las drogas y lo ‘canjeen’ por valores. Todo comenzó con una historia muy particular y el CICSO lo cuenta en esta nota.
(Corrientes, 31 de julio de 2007). – Él, como todas las mañanas, salió a repartir sodas en su barrio. Un día fue sorprendido por unos jóvenes y fue asaltado. Al principio, le dio impotencia pero, con el transcurrir del tiempo, sintió compasión por esos muchachos y dijo: “Ellos no tienen la culpa. Hay que hacer algo por estos chicos”.
Así fue que comenzó este grupo denominado “Jesús el Buen Pastor” que hoy tiene más de un año de vida.
“Jesús el Buen Pastor” se encuentra trabajando en la comunidad de “Domingo y Laura”, ubicada en avenida del Cuarto Centenario al 3.300, en Mendoza al Sur.
Este proyecto de trabajar con jóvenes insertos en distintas adicciones fue bien visto por el Padre Jorge López, salesiano. A partir de entonces fue que comenzó esta gran obra y hoy esta familia se va agrandando cada vez más.
El Centro de Investigación y Capacitación Social (CICSO), dependiente del Arzobispado de Corrientes, dialogó con un voluntario de ese grupo, Francisco Nato, conocido por todos como “Kike” (sodero del barrio), quien hoy está muy conforme del trabajo que viene realizando el equipo de voluntarios.
Experiencia única
Como no podía ser de otra manera, Nato comenzó explicando cómo nació este grupo a través de su experiencia personal. “Todo comenzó con una situación que me tocó vivir con estos chicos. Ellos me habían asaltado. Yo sentí impotencia al principio pero luego reflexioné y ví en sus miradas como perdidas o falta de afecto. Esto me tocó el corazón. Entonces me pregunté: acá hay que hacer algo por estos chicos, y así comenzó este grupo”.
Luego de haber conversado con sus amigos sobre esta inquietud, presentó un proyecto al Padre López y éste lo aprobó.
Hoy “Jesús el Buen Pastor” cuenta con 12 voluntarios y su respectivo coordinador y sub-coordinador.
Según “Kike”, el grupo comenzó a trabajar a principios del año 2006. “Nosotros al principio nos acercamos a donde frecuentaban estos jóvenes. A veces lo encontrábamos tomando mate o bien ingiriendo alcohol. Nuestra intención era entablar una amistad con ellos”, indicó.
Al principio, miedo
“Debo confesar que al inicio de este trabajo sentí miedo como todo el grupo, pero después me di cuenta que todo es prejuicio. Yo soy sodero. En mis recorridas me crucé con los chicos que me habían asaltado. En ese momento no sentí rencor ni odio, y esa actitud mía ellos valoraron mucho. Recuerdo que habían pasado 6 meses de ese episodio para que se acerque uno de ellos y me pidiera perdón por aquella actitud. Para mí este gesto fue algo muy fuerte para mí”, comentó emocionado.
Luego de entablar un diálogo más sincero con los chicos, Nato le fue invitando a ellos a que se acercaran al complejo que posee el Centro Pastoral “Domingo y Laura” para practicar deportes (fútbol, básquet, etc.).
“Nosotros utilizamos todas las estrategias para acercar a los chicos al Centro Pastoral. Llegamos a tener más de 80 chicos jugando en el playón deportivo”, dijo emocionado “Kike”.
Pero no todo pasa por el deporte, sino también por lo espiritual. “Antes nos costaba mucho llevarles al Santísimo para que rezaran un poco, hoy ellos nos piden que le llevemos donde está Jesús Sacramentado antes de iniciar las actividades deportivas”, señaló.
Un plato caliente
Además de hacer deportes y rezar, los chicos también reciben un plato caliente. Es que los voluntarios de “Jesús el Buen Pastor” también se visten de ‘cocineros’ y le brindan la cena, aquella que muchas veces no reciben en sus casas.
Mientras los chicos juegan, rezan y comen, los voluntarios aprovechan ese tiempo y tratan de conocer la realidad que están viviendo cada uno de ellos. “En el tiempo que están con nosotros, aprovechamos para escuchar sus necesidades y sus realidades”, dijo “Kike”.
“Jesús el Buen Pastor” trabaja todos los miércoles, de entre las 20 y las 23. Asisten dos grupos bien diferenciados que se van alternando cada miércoles. “Por diferencias que existen entre barras optamos para que un grupo esté un miércoles y el otro no, y así sucesivamente. Estamos rezando para que ambos grupos sean uno solo, y lo estamos logrando”, añadió.
La edad promedio que trabaja “Jesús el Buen Pastor” es desde los 11 años y hasta los 25 años.
Los frutos
“A partir de este trabajo humilde comenzamos a ver algunos frutos”, nos decía Francisco Nato. “Hoy contamos con dos chicos que se están rehabilitando en una granja ubicada en Puerto Tirol (Chaco) bajo la supervisión del Padre Juan José. Ellos están realizando lo que se conoce como Terapia Laboral. Nuestro trabajo, fundamentalmente, es hacerle ver que es posible recuperar los valores perdidos. Que hay otro camino. Después queda en ellos si aceptan esta propuesta o se quedan en sus vicios”.
Para esta empresa que no es fácil, Nato llamó a toda la comunidad a sumarse “porque hace falta material humano. Sabemos que este trabajo implica riesgos, pero alguien tiene que correr ese riesgo. Yo sé que la gente tiene un poco de temor, pero una vez que conozca la obra, va a perder el miedo. No obstante hay mucha gente que colabora de distintas formas”, sostuvo.
Finalmente el sueño de Francisco Nato es que en Corrientes exista un centro de rehabilitación para estos chicos. “Soñamos con tener una granja. Hoy para nosotros es mucha inversión tener a estos dos jóvenes recuperándose en Puerto Tirol. Por eso abogamos por un centro de rehabilitación porque estos jóvenes lo necesitan. Además el acompañamiento de sus familias es muy importante”, concluyó.
Esta es la obra de “Jesús el Buen Pastor”. Necesita de vos y de mí. ¿Te animás?
La obra se está llevando a cabo en el Centro Pastoral “Domingo y Laura”, en Mendoza al Sur. A través del deporte, y de la espiritualidad, un grupo de voluntarios está intentando que jóvenes de ese sector dejen las drogas y lo ‘canjeen’ por valores. Todo comenzó con una historia muy particular y el CICSO lo cuenta en esta nota.
(Corrientes, 31 de julio de 2007). – Él, como todas las mañanas, salió a repartir sodas en su barrio. Un día fue sorprendido por unos jóvenes y fue asaltado. Al principio, le dio impotencia pero, con el transcurrir del tiempo, sintió compasión por esos muchachos y dijo: “Ellos no tienen la culpa. Hay que hacer algo por estos chicos”.
Así fue que comenzó este grupo denominado “Jesús el Buen Pastor” que hoy tiene más de un año de vida.
“Jesús el Buen Pastor” se encuentra trabajando en la comunidad de “Domingo y Laura”, ubicada en avenida del Cuarto Centenario al 3.300, en Mendoza al Sur.
Este proyecto de trabajar con jóvenes insertos en distintas adicciones fue bien visto por el Padre Jorge López, salesiano. A partir de entonces fue que comenzó esta gran obra y hoy esta familia se va agrandando cada vez más.
El Centro de Investigación y Capacitación Social (CICSO), dependiente del Arzobispado de Corrientes, dialogó con un voluntario de ese grupo, Francisco Nato, conocido por todos como “Kike” (sodero del barrio), quien hoy está muy conforme del trabajo que viene realizando el equipo de voluntarios.
Experiencia única
Como no podía ser de otra manera, Nato comenzó explicando cómo nació este grupo a través de su experiencia personal. “Todo comenzó con una situación que me tocó vivir con estos chicos. Ellos me habían asaltado. Yo sentí impotencia al principio pero luego reflexioné y ví en sus miradas como perdidas o falta de afecto. Esto me tocó el corazón. Entonces me pregunté: acá hay que hacer algo por estos chicos, y así comenzó este grupo”.
Luego de haber conversado con sus amigos sobre esta inquietud, presentó un proyecto al Padre López y éste lo aprobó.
Hoy “Jesús el Buen Pastor” cuenta con 12 voluntarios y su respectivo coordinador y sub-coordinador.
Según “Kike”, el grupo comenzó a trabajar a principios del año 2006. “Nosotros al principio nos acercamos a donde frecuentaban estos jóvenes. A veces lo encontrábamos tomando mate o bien ingiriendo alcohol. Nuestra intención era entablar una amistad con ellos”, indicó.
Al principio, miedo
“Debo confesar que al inicio de este trabajo sentí miedo como todo el grupo, pero después me di cuenta que todo es prejuicio. Yo soy sodero. En mis recorridas me crucé con los chicos que me habían asaltado. En ese momento no sentí rencor ni odio, y esa actitud mía ellos valoraron mucho. Recuerdo que habían pasado 6 meses de ese episodio para que se acerque uno de ellos y me pidiera perdón por aquella actitud. Para mí este gesto fue algo muy fuerte para mí”, comentó emocionado.
Luego de entablar un diálogo más sincero con los chicos, Nato le fue invitando a ellos a que se acercaran al complejo que posee el Centro Pastoral “Domingo y Laura” para practicar deportes (fútbol, básquet, etc.).
“Nosotros utilizamos todas las estrategias para acercar a los chicos al Centro Pastoral. Llegamos a tener más de 80 chicos jugando en el playón deportivo”, dijo emocionado “Kike”.
Pero no todo pasa por el deporte, sino también por lo espiritual. “Antes nos costaba mucho llevarles al Santísimo para que rezaran un poco, hoy ellos nos piden que le llevemos donde está Jesús Sacramentado antes de iniciar las actividades deportivas”, señaló.
Un plato caliente
Además de hacer deportes y rezar, los chicos también reciben un plato caliente. Es que los voluntarios de “Jesús el Buen Pastor” también se visten de ‘cocineros’ y le brindan la cena, aquella que muchas veces no reciben en sus casas.
Mientras los chicos juegan, rezan y comen, los voluntarios aprovechan ese tiempo y tratan de conocer la realidad que están viviendo cada uno de ellos. “En el tiempo que están con nosotros, aprovechamos para escuchar sus necesidades y sus realidades”, dijo “Kike”.
“Jesús el Buen Pastor” trabaja todos los miércoles, de entre las 20 y las 23. Asisten dos grupos bien diferenciados que se van alternando cada miércoles. “Por diferencias que existen entre barras optamos para que un grupo esté un miércoles y el otro no, y así sucesivamente. Estamos rezando para que ambos grupos sean uno solo, y lo estamos logrando”, añadió.
La edad promedio que trabaja “Jesús el Buen Pastor” es desde los 11 años y hasta los 25 años.
Los frutos
“A partir de este trabajo humilde comenzamos a ver algunos frutos”, nos decía Francisco Nato. “Hoy contamos con dos chicos que se están rehabilitando en una granja ubicada en Puerto Tirol (Chaco) bajo la supervisión del Padre Juan José. Ellos están realizando lo que se conoce como Terapia Laboral. Nuestro trabajo, fundamentalmente, es hacerle ver que es posible recuperar los valores perdidos. Que hay otro camino. Después queda en ellos si aceptan esta propuesta o se quedan en sus vicios”.
Para esta empresa que no es fácil, Nato llamó a toda la comunidad a sumarse “porque hace falta material humano. Sabemos que este trabajo implica riesgos, pero alguien tiene que correr ese riesgo. Yo sé que la gente tiene un poco de temor, pero una vez que conozca la obra, va a perder el miedo. No obstante hay mucha gente que colabora de distintas formas”, sostuvo.
Finalmente el sueño de Francisco Nato es que en Corrientes exista un centro de rehabilitación para estos chicos. “Soñamos con tener una granja. Hoy para nosotros es mucha inversión tener a estos dos jóvenes recuperándose en Puerto Tirol. Por eso abogamos por un centro de rehabilitación porque estos jóvenes lo necesitan. Además el acompañamiento de sus familias es muy importante”, concluyó.
Esta es la obra de “Jesús el Buen Pastor”. Necesita de vos y de mí. ¿Te animás?
2 comentarios:
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