El cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, instó a restituirle el “alma” a la política que le quitó la “partidocracia”, y exhortó a un millar de dirigentes sociales, políticos y religiosos a realizar un “esfuerzo de tipo revolucionario, basado en el nuevo vínculo social del servicio” para transformar el poder en servicio.“El servicio no es un mero compromiso ético, ni un voluntariado del ocio sobrante, ni un postulado etéreo. Puesto que nuestra vida es un don, servir es ser fieles a lo que somos: se trata de esa íntima capacidad de dar lo que se es, de amar hasta el extremo de los propios límites, o, como nos enseñaba con su ejemplo la Madre Teresa, servir es 'amar hasta que duela'”, explicó durante su exposición en la VIII Jornada de Pastoral Social que se desarrolló en el Colegio San Cayetano de Liniers, durante los últimos días de junio.Pidió que el quehacer político sea “una forma elevada de la caridad, de amor, y por lo tanto, un problema teológico y ético”, y reclamó un “voluntariado” para la política, en este momento “tan desprestigada”.El Primado convocó luego a “redescubrir la política, a restituirle el alma que la partidocracia le ha quitado. No digo los partidos, sino la partidocracia, el corporativismo que le quita diversidad y le hace perder la trascendencia a los otros, el servicio a la comunidad. No hay que dejar que nos domine la partidocracia”, subrayó.El cardenal Bergoglio invitó además a desterrar el “internismo, enfermedad que hace mal a la sociedad, y que caracteriza a los argentinos”. Para graficarlo, relató que una vez le consultó a una persona sobre el conflicto en la ex Yugoslavia, quien le explicó que la diferencia está en que “con dos eslovenos haces un coro, con un croata un parlamento, con dos serbios un ejército. Y yo acoté”, dijo Bergoglio, “con dos argentinos armamos una interna”.
Momento decisivoEl Arzobispo porteño consideró que la Argentina vive “un momento decisivo como Nación, que demanda tomar una decisión crítica, total y fundante: seguir siendo un país, aprender de la experiencia dolorosa de estos años e iniciar un camino nuevo, o hundirse en la miseria, el caos, la pérdida de valores y la descomposición como sociedad”“Debemos apostar a la entrega personal al proyecto de un país para todos. Proyecto que, desde lo educativo, lo religioso o lo social, se torna político en el sentido más alto de la palabra: construir la comunidad”, subrayó.Asimismo, convocó a una “cultura del encuentro”, contraria a la de la “no integración” que favorecen quienes “pretenden capitalizar el resentimiento, el olvido de la historia compartida, o se regodean en debilitar vínculos, manipular la memoria, comerciar con utopías de utilería”.El cardenal Bergoglio sostuvo que para hacerlo no hay que seguir el camino “ni profetas del aislamiento relativista, ermitaños localistas en un mundo global, ni descerebrados y miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando los fuegos de artificiales del mundo (de los otros) con la boca abierta y aplausos programados”, precisó.
Acabar con las intolerancias mutuasAl hablar de “larga historia de intolerancias mutuas", el Primado lamentó que no se hayan “superados las antinomias (del pasado) y que como pueblo hayamos entrado en el siglo XX para seguir excluyéndonos, prohibiéndonos, asesinándonos, bombardeándonos, fusilándonos, reprimiéndonos y desapareciéndonos mutuamente".(Fuente: www.aica.org.ar)
Momento decisivoEl Arzobispo porteño consideró que la Argentina vive “un momento decisivo como Nación, que demanda tomar una decisión crítica, total y fundante: seguir siendo un país, aprender de la experiencia dolorosa de estos años e iniciar un camino nuevo, o hundirse en la miseria, el caos, la pérdida de valores y la descomposición como sociedad”“Debemos apostar a la entrega personal al proyecto de un país para todos. Proyecto que, desde lo educativo, lo religioso o lo social, se torna político en el sentido más alto de la palabra: construir la comunidad”, subrayó.Asimismo, convocó a una “cultura del encuentro”, contraria a la de la “no integración” que favorecen quienes “pretenden capitalizar el resentimiento, el olvido de la historia compartida, o se regodean en debilitar vínculos, manipular la memoria, comerciar con utopías de utilería”.El cardenal Bergoglio sostuvo que para hacerlo no hay que seguir el camino “ni profetas del aislamiento relativista, ermitaños localistas en un mundo global, ni descerebrados y miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando los fuegos de artificiales del mundo (de los otros) con la boca abierta y aplausos programados”, precisó.
Acabar con las intolerancias mutuasAl hablar de “larga historia de intolerancias mutuas", el Primado lamentó que no se hayan “superados las antinomias (del pasado) y que como pueblo hayamos entrado en el siglo XX para seguir excluyéndonos, prohibiéndonos, asesinándonos, bombardeándonos, fusilándonos, reprimiéndonos y desapareciéndonos mutuamente".(Fuente: www.aica.org.ar)
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