lunes, marzo 03, 2008

Lo dijo el Obispo de San Isidro, monseñor Casaretto


EL ESTADO DEBE ENCARAR EL COMBATE CONTRA EL ALCOHOL, EL JUEGO Y LA DROGA

Buenos Aires. - La convicción de que “nuestra sociedad encontrará un camino de realización más pleno sólo desde la dimensión educativa”, a veces “nos lleva a delegar en el sistema escolar toda la responsabilidad de este camino”, expresó el obispo de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto.
En un artículo publicado recientemente en el diario “La Nación”, el prelado sostiene que “una visión reduccionista de esta cuestión nos lleva muchas veces a delegar en los maestros las misiones de dar de comer, de contener psicológicamente, de prevenir de abusos, de desarticular las violencias... En una palabra, a convertirlos en padres, madres, psicólogos, animadores socioculturales, deportivos, etc. Una delegación de funciones exagerada que, como tal, es la expresión de renuncia de responsabilidades, en primer lugar de los padres, pero también de muchas instituciones de la sociedad”.
Especialmente, monseñor Casaretto se refirió a “tres presencias fuertemente deshumanizantes que se han instalado en la vida de la sociedad y que, lamentablemente, cuentan con cierto consentimiento o aceptación social y con estructuras difíciles de modificar: la cultura del alcohol, la del juego y la de la droga”.
En primer lugar, sostuvo que los padres “no saben cómo poner límites a sus hijos, y los chicos hoy confunden divertirse con emborracharse. Muchas veces, los padres son los primeros en cuestionar a los educadores si ocurren accidentes en algún ‘viaje de estudio’ o en la fiesta de fin de año del colegio. Pero mientras tanto, casi todos los fines de semana asistimos a degradantes amaneceres de sábados y domingos, con chicos que deambulan borrachos por nuestros barrios”. Y consideró que “nos deberíamos plantear entre todos cómo generamos una cultura de la sobriedad, de la sana diversión y de la alegría del esparcimiento que humaniza, generando vínculos serios, amistades permanentes. Una cultura que nos ayude a darle un sentido humano a esa dimensión tan fundamental de la existencia, como es la de saber divertirse”.
En cuanto al “juego” afirmó que “una cuestión es el juego familiar, el billete de lotería intrascendente y algo muy distinto es instalar en la sociedad la cultura del juego”. Y agregó que “el poder económico de los grandes empresarios del juego y sus alianzas con los poderes políticos son enormes. La compra de voluntades y de apoyos no reconoce límites”.
En ese sentido explicó: “Los bingos, difundidos en principio como inocentes salones de encuentro familiar, unidos al fabuloso negocio de los tragamonedas, al alcance de todos los estratos sociales, se han ido convirtiendo en importantes centros de juego y, como tales, en destructores de vidas y ruina de una enorme cantidad de familias”.
“En noviembre pasado, la Asamblea Plenaria del Episcopado aprobó un documento titulado ‘La droga, sinónimo de muerte’, que no tuvo casi ninguna difusión en los medios de comunicación”, dijo refiriéndose al tercer punto. “Es un documento sumamente claro sobre el poder del narcotráfico y los estragos que produce la droga”.
Advirtió que “al recorrer las localidades del Gran Buenos Aires, impresiona encontrar tantos adolescentes y jóvenes sin hacer nada, muchos de ellos que abandonaron la escuela convocados a la esquina por el alcohol y la droga. Esto ocurre en todos los estratos sociales. Ya forman un grupo social numeroso que no estudia ni trabaja. Sólo sobreviven. Ya constituyen una estructura muy sólida difícil de transformar. Es la mayor hipoteca social del país, y si no encaramos con seriedad esta cuestión, dentro de poco tiempo será el mayor de los problemas de la sociedad argentina”.
“Por todo esto, tomarnos en serio la cuestión educativa implica mucho más que tener buenas escuelas. Si estamos dispuestos a que la educación sea una verdadera política de Estado, deberíamos combatir con seriedad y firmeza todo lo que fomenta el vicio: el juego, el alcohol y la droga en primerísimo lugar. Y, por supuesto, es el Estado en sus diversos niveles, nacional, provincial y municipal, el que debe encarar con más fuerza este combate”, concluyó.

Fuente: Agencia Informativa Católica Argentina (AICA).

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