miércoles, junio 20, 2007

Lo afirmó monseñor Miguel Hesayne


“HAY QUE TERMINAR CON UNA PRÁCTICA DE MISA SIN PREOCUPACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA”


“Más allá de polémicos índices oficiales de la canasta familiar, la realidad con su dura terquedad nos pone frente a mucha gente que sufre hambre y hasta muere de frío por dormir a la intemperie…y pibes tristes y desnutridos… y falsos defensores de los Derechos Humanos que suman muertes de seres humanos con sus proyectos abortistas”. Así lo expresó en una de sus homilías monseñor Miguel Hesayne, obispo emérito de Viedma, que además afirmó: “Hay que terminar con una práctica de misa sin preocupación social y política”.

El Centro de Investigación y Capacitación Social (CICSO), dependiente del Arzobispado de Corrientes, ofrece el texto completo de la homilía de monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma, pronunciada en la solemnidad del Corpus Christi:
“Orando con el Salmo 12, que reza “Señor, que se acaba la lealtad, que desaparece la sinceridad entre los hombres; que hacen nada más que mentirse unos con otros, hablan con labios lisonjeros y doblez de corazón”…Me pregunto ¿ no refleja este clamor del salmista, lo que está pasando en la Argentina de hoy?
Más allá de polémicos índices oficiales de la canasta familiar, la realidad con su dura terquedad nos pone frente a mucha gente que sufre hambre y hasta muere de frío por dormir a la intemperie…y pibes tristes y desnutridos…y falsos defensores de los Derechos Humanos que suman muertes de seres humanos con sus proyectos abortistas.
Pero sigo orando con el Salmo 12: Y Dios responde: “Por la opresión del humilde, por el lamento del pobre, ahora me levanto y pongo a salvo al que lo anhela”.
Y sí, Dios ha cumplido su promesa en forma tan espléndida como solamente su infinito amor es capaz de hacerlo. La Muerte y Resurrección de Jesús es la cumbre de su amor por la humanidad entera. Por eso, Muerte y Resurrección de Jesús es la fuente de la vida digna y feliz para quién viene a este mundo. Es fuente de Vida humana plenamente lograda. ¿Pero, dónde se encuentra esta fuente en el siglo XXI? ¿Dónde ir para ser capaz de tomar una conducta enriquecida con valores humanos, con criterios y actitudes, que aporte a la sociedad a la cual se pertenece, el mínimo de relaciones que promuevan una justicia verdadera junto a una fraterna libertad en clima de humana amistad, mediante un equitativo compartir lo que cada uno necesita para vivir en dignidad? ¿A dónde ir sino al encuentro de Jesús participando de la Misa? Porque en la Misa encontramos el Cuerpo y la Sangre del mismísimo Jesús que transforma la muerte en vida. La Pascua. Su Pascua al alcance personal de quién lo busque…
Claro, esto siempre acontece, cuando los cristianas y cristianos que van a Misa con la misma intención que ha tenido Jesús al dejar en la Misa la presentificación (hacer presente) de su muerte y resurrección que libera y transforma al participante de toda corrupción. En cada Misa, acontece lo que aconteció de una vez para siempre en el Calvario y en la mañana de Pascua: el Mundo Nuevo, la Creación nueva. Esta es nuestra Fe Cristiana. Por eso, en el Mensaje de Aparecida, los obispos, con claridad y audacia, buscan despertar el interés de cristianas y cristianos a transformarse en discípulas y discípulos de “Jesús, el Hijo de Dios, el Resucitado, vivo en medio de nosotros”. ¡“Sigamos al Señor Jesús! Discípulo es el que habiendo respondido a este llamado, lo sigue paso a paso por los caminos del Evangelio. En el seguimiento, oímos y vemos el acontecer del Reino de Dios, la conversión de cada persona es punto de partida para transformación de la sociedad y se nos abre el camino de la vida eterna. En la escuela de Jesús aprendemos una “vida nueva” dinamizada por el Espíritu Santo y reflejada en los valores del Reino”.
Para que la invitación del Mensaje de Aparecida no quede en letra muerta, como tantos y tantos Documentos del Magisterio de la Iglesia, la conciencia religiosa de miles y miles de cristianos que van a Misa ha de girar ciento ochenta grados. Hay que terminar con una práctica de Misa sin preocupación social-política. La Participación a la Misa no es una rigurosa fidelidad a una simple práctica religiosa como de hecho la han convertido una mayoría de cristianas y cristianos. Por el contrario, para el que participa de la Misa como discípula/o de Jesús, dicha participación a tiempo que lo libera de la corrupción de vivir para sí mismo, buscando su propio interés, dicen los obispos “exige una decisión clara por Jesús y su Evangelio, coherencia entre la fe y la vida, encarnación de los valores del Reino”. Y concluyen…”levantando nuestra voz…a favor de los excluidos de la sociedad, queremos estimular la formación de políticos y legisladores cristianos para que contribuyan a la construcción de una sociedad justa y fraterna”.

(Fuente: Agencia Informativa Católica Argentina -AICA-)

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