viernes, noviembre 17, 2006

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Ciudadanía, Participación y Democracia

Estos tres términos están íntimamente vinculados y aparecen con mucha frecuencia en debates, discursos, propuestas y plataformas políticas. Pero, ¿tenemos noción del valor real de cada uno de ellos, y de su incidencia en la sociedad real y concreta? Participación es uno de los Principios de la Doctrina Social de la Iglesia; así el Concilio Vaticano II, en la Constitución Pastoral “Gaudiun et Spes” nos dice: “..la participación se expresa, esencialmente en una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo asociado a otros, directamente o por medio de los representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece. Y en el Catecismo de la Iglesia Católica leemos: “La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común. Ciudadanía y participación son como dos caras de una moneda, inseparables, ciudadanía, es también conciencia de responsabilidad cívica pero esta no se agota, como frecuentemente se cree, en el cumplimiento de la acción de emitir el voto. Ser ciudadano es además relacionarse con los demás participando en asociaciones, ONGs, movimientos, sindicatos, Iglesias, cooperadoras, partidos políticos, clubes, etc., ser ciudadano es también ser solidario y participar dentro de nuestras posibilidades en el medio en el que nos toque actuar, es decir, salir de nuestro individualismo, establecer vínculos con el otro trabajando juntos por el logro del bien común. Participando construimos ciudadanía y ambas sostienen la Democracia que es una tarea de todos y que depende del esfuerzo indelegable de cada uno; en este sentido, el Papa Juan XXIII en su Carta Encíclica Pacem in terris (1963) nos decía: “La participación en la vida comunitaria no es solamente una de las mayores aspiraciones del ciudadano, llamado a ejercitar libre y responsablemente el propio papel cívico y para los demás, sino también uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además de una de las mejores garantías de permanencia de la democracia”.
Hoy, los acontecimientos sociales que permanentemente afectan a nuestros compatriotas, y por ende, a todos nosotros, nos interpelan y demuestran que la Democracia nos necesita como ciudadanos comprometidos con nuestro tiempo, fortalezcamos la Democracia no solo representativa sino también la participativa, dejemos de ser simples espectadores críticos de los demás, comprometámonos activamente en la defensa de nuestros derechos y en el cumplimiento de nuestros deberes ciudadanos. Tengamos muy presente que participando, defendemos la Democracia.
Lo acontecido recientemente en nuestra hermana provincia de Misiones, en oportunidad de la elección de constituyentes, es un ejemplo concreto de cómo la conciencia de ciudadanía conduce a la participación y la fuerza que tiene ésta en el sostenimiento de la Democracia y sus instituciones.
Completemos estas reflexiones recordando y compartiendo lo que nos decían nuestros Obispos en la 129° reunión de la Conferencia Episcopal Argentina en agosto de 2001 “…debemos crecer en nuestra conciencia como ciudadanos. No podemos ser peregrinos del cielo, si vivimos como fugitivos de la ciudad terrena”.

“Hacia una pedagogía de la reciprocidad"

A través de la colección “Actualidad – Educación”, la Editorial “Ciudad Nueva” intenta ofrecer herramientas para el cambio en el ámbito educativo. Lo hace en el contexto de un desaliento generalizado: las estadísticas y la simple observación, parecen confirmar la persistencia del “fracaso” escolar en casi todos los niveles del sistema educativo y la contundencia de la exclusión, de la inequidad, de la violencia y demás formas de desarmonía comunitaria, en todos los niveles de organización social y de decisión política. Una verdadera “crisis” atravesando al conjunto de las organizaciones humanas, a cada grupo, a cada persona.
En el primer capítulo intenta el autor (Alberto Ivern) aproximarnos a algunos aspectos de esta crisis, a algunos de los variados problemas, interconectados, que la constituyen, comenzando por registrar ese saber que cada uno de nosotros tenemos, al alcance de la mano, cuando percibimos nuestras propias actitudes, los valores subyacentes en nuestras decisiones y en nuestros lenguajes.
En los capítulos segundo, tercero y cuarto se pone el énfasis en la educación socio-afectiva, en los conceptos de altruismo y pro-socialidad.
La propuesta va dirigida a profesionales de la educación, docentes de todos los niveles, trabajadores sociales; decisores políticos, coordinadores de grupos y de proyectos comunitarios, formadores de opinión, comunicadores... Pero asimismo a padres y a ciudadanos de todas las profesiones y ocupaciones que se sientan convocados a co-protagonizar un proyecto de cambio, encarado comunitariamente.

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