Los brotes supurantes del abuso del poder
En su tradicional alocución radial, correspondiente al vigésimo quinto durante el año, el Arzobispo de Corrientes, monseñor Castagna, hizo alusión al poder como servicio. Dijo que “la justicia manipulada, el avasallamiento de los derechos humanos, la persecución ideológica y el crimen político, han sido algunos de los brotes supurantes del abuso del poder”. A continuación transcribimos el párrafo donde hace referencia a ese tema.
El poder como servicio. Jesucristo introduce la concepción del poder como servicio. El que está investido de mayor poder debe ser el más servidor. Cuando se refiere a Sí mismo, y a partir del poder absoluto que le ha otorgado el Padre -“se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra” - no puede desvincularse de la otra impresionante declaración igualmente suya: “No he venido a ser servido sino a servir”. Lo que parece una singularidad personal, o así se la quiere hacer parecer, es doctrina universal y norma de comportamiento para todos. Cuando el poder no es servicio cae rápidamente en el abuso y crea el caos y la tragedia en la sociedad que debe gobernar. La historia es un campo minado de acontecimientos que han causado dolorosos estragos en los pueblos. La justicia manipulada, el avasallamiento de los derechos humanos, la persecución ideológica y el crimen político, han sido algunos de los brotes supurantes del abuso del poder. En los tiempos en que Jesús exponía esta novísima doctrina se digería con inexplicable naturalidad que los emperadores romanos, y sus funcionarios satélites, se apoderaran de naciones enteras y sojuzgaran hasta la asfixia a las comarcas más distantes y pobres. La enseñanza de Cristo suscita - aún ahora - una gama oscilante de calificaciones: desde subversiva a ingenua. Pero - la palabra del Señor - no está orientada a crear sistemas políticos revolucionarios sino a cambiar los corazones de sus protagonistas. La Democracia como “estado de derecho” no es suficiente si sus sostenedores no son auténticos demócratas. La Democracia - y sus valores - constituye un estilo de vida que los ciudadanos deben adoptar con esfuerzo incesante.
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