Con este título se realizó el Seminario de Reflexión que organizó el CICSO junto a la Comunidad de Padres Jesuitas de Corrientes, el miércoles 12 de octubre en la Iglesia Jesús Nazareno. Allí se pudo escuchar al P. Humberto Miguel Yáñez SJ, Presidente del Centro de Investigación y Acción Social de los Jesuitas (CIAS) en la Argentina.La charla se desarrolló en un ambiente ameno que propició la participación de los asistentes, que aprovecharon la ocasión para hacerle preguntas al Padre Yáñez y cuestionarle algunos de sus conceptos, que sirvió para agudizar el análisis alcanzado en la jornada.
A continuación, compartimos algunos momentos de su exposición.
“Los invitamos a este seminario para mostrar un esfuerzo de reflexión y de diálogo que en este país cuesta tanto generar, es decir, un espacio de pensamiento y de acción. Porque los argentinos tenemos un historial de crisis, y también tenemos la característica de tener una memoria corta, porque cuando se empieza a reactivar un poquito la economía, creemos que la crisis se superó. Cada una de las crisis que vivimos fue muy profunda, y si bien ahora estamos atravesando una mejoría económica, es una mejoría que afecta a un sector de la población, nada más. Es una mejoría fragmentada. En los últimos 30 años se vivió como una especie de tobogán, que ha venido a deteriorar la economía, las instituciones, la educación, la salud, y algunos de los problemas que tenemos en nuestro país, que resultaron en la fuerte fragmentación de la sociedad. Los últimos datos del INDEC muestran como ésta recuperación afecta a un sólo sector, y cómo la sociedad está fragmentada desde el punto de vista económico. Así vemos que el 70% del total de la Argentina gana menos de $800, por lo tanto está bajo el nivel de la pobreza. El 30% restante percibe entre $1500 y $30.000. Y allí vemos una brecha económica gigante, que implica que los de una franja ganen hasta doscientas veces más que los de la otra. Se ha perdido la sociedad donde era posible una clase media, sin mayores diferencias sociales a nivel económico y cultural. Ahora tenemos este gran abismo entre los más ricos y los más pobres. Y esto es lo que rompe los vínculos sociales, PORQUE LA RIQUEZA, EN LUGAR DE SER UNA FUENTE DE COMUNIÓN, ES FUENTE DE SEPARACIÓN.
El auge de los barrios cerrados en Buenos Aires ocasionó que sus habitantes, al mudarse, dejen de pagar impuestos en la ciudad y aporten en la provincia. Entonces, la fragmentación no es sólo a nivel de ganancia personal, sino también a nivel cultural, porque dejan de convivir los que tienen más con los que tienen menos. Es decir, en la ciudad van quedando los que tienen menos recursos y entonces no se recauda. Pero entonces, ¿qué es una democracia? No es la Grecia Antigua donde era el gobierno del pueblo, y para el pueblo, aunque la idea de pueblo incluía que mientras unos nacían para ser ciudadanos, otros nacían para ser esclavos. Pero ya implicaba el ejer-cicio de la ciuda-danía y la parti-cipación. En esta nueva cultura se vive una crisis de repre-sentación, donde no nos sentimos identificados por ellos, a pesar de elegirlos por el voto. Entonces, ¿es nuestro sistema de gobierno verdaderamente democrático? ¿Es esto democracia, si la gente no se siente representada? Y encima, en lugar de pensar de qué manera capitalizar la participación ciudadana, nuestros representantes están pensando de qué manera impedirla. La participación ciudadana consiste en que deben existir mecanismos de control, y el pueblo debe tener acceso a ellos. Estas cosas obvias definen nuestras insatisfacciones acerca de la democracia. Porque esto tiene que ser una república, con una clara división de los tres poderes, para que se controlen entre ellos. Si no existe esa división, no existe control, y como seres humanos que somos, viene la corrupción. Vemos una invasión del Poder Ejecutivo que ya se hizo normal: si el parlamento aprueba una ley que, supuestamente, está en su contra, es una rebelión. ¡Es una locura! ¿En qué tipo de democracia vivimos entonces? Hay que ser ignorante para decir que eso es una rebelión. El Poder Judicial está para controlar al Ejecutivo y para legislar al margen de él. La política no puede ser verticalista si es una democracia republicana. Estamos arrastrando siempre el mismo error a través de la historia, el error en la concepción de la democracia.”
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