Esta ocasión sirvió como un instrumento para discernir los signos de los tiempos y encarnar los principios de la Doctrina Social de la Iglesia como respuesta a la realidad de hoy, que nos reclama una presencia y participación lúcida, creativa y orgánica.Por eso el lema elegido, “Hacia la Argentina del Bicentenario”, que responde a ofrecer a nuestra Patria lo más rico de nuestros esfuerzos y capacidades, para actualizar los sueños de libertad que tuvieron una genuina expresión en mayo de 1810.La realización del Congreso surgió como iniciativa del Departamento de Laicos (DEPLAI), la cual es asumida por la Comisión Episcopal para el Apostolado Laico (CEPAL). Además, ha sido declarado de Interés Nacional por el Superior Gobierno de la Nación y de Interés General por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y obtuvo el auspicio de varias casas universitarias del país.
LA ALEGRÍA DEL ENCUENTRO
Muchos fueron los momentos emocionantes que se vivieron en esas cuatro jornadas. Una de ellas fue el discurso de apertura, con el que se les dio la bienvenida a los participantes:“Mira hacia oriente, Jerusalén, y ve la alegría que te viene de Dios. Mira, llegan tus hijos, a los que despediste, vuelven reunidos desde oriente a occidente, a la voz del Santo, alegres de la gloria de Dios.” (Baruc 5, 36-37)“No hemos venido a celebrar ni a festejar ni a conmemorar. No es eso lo que se espera de nosotros. El origen remoto de este Congreso esta en la Palestina del siglo I, pero su destino final es la gloria del Señor hoy y mientras duren nuestras vidas.¿Qué es lo que queremos ver como resultado de este Congreso? Lo inédito.¿Qué es lo que no queremos ver como resultado de este Congreso? Más de lo mismo.Somos laicos pero no somos laicado. Sabemos en todo caso que no queremos seguir como hasta ahora. Porque el camino que hemos seguido hasta ahora nos ha traído hasta la exclusión, hasta los chicos en la calle, hasta la impunidad y hasta la desconfianza que impera entre los argentinos.Se nos ha convocado para una movilización que nos lleve cambiados a los años de nuestro segundo centenario.Queremos una Argentina cambiada en su equidad, en su unidad y en su paz, y para que eso sea posible, tenemos que cambiar nosotros primero.Hemos venido a mirar la Argentina con ojos renovados y a movilizarnos para renovarla, desde la fe que hemos recibido, la esperanza que nos anima y el amor que es nuestro primer mandato.”
EL LAICO Y LA IGLESIA
“¿De qué laicos hablamos? ¿Acaso del laico estadístico? Según los registros eclesiásticos, más de un 80% de la población nacional ha sido bautizada en la fe católica, y un porcentaje similar se declara católica. Si esto es así, hay muchos laicos en la Argentina. Sin embargo, si las encuestas preguntaran a esos mismos bautizados si se consideran laicos, podemos imaginar que el porcentaje de “no sabe, no contesta”, podría ser bien alto.No, no es el laico abstracto y estadístico el que cuenta. Hay otras formas de ser laicosLos hay mujeres y varones. Niños, jóvenes, adultos y viejos. Los hay perseverantes y dudosos. Testimoniales y vergonzantes. Los hay indigentes, pobres, suficientes y muy ricos. Los hay jubilados, desocupados, en negro, empleados o en los piquetes. Laicas y laicos hay en el campo y en la montaña, en las grandes ciudades y en el extranjero, donde han ido a buscar mejores horizontes. Hay laicos en la política, en la ciencia y en las artesanías.Están en los medios, en las universidades, en la televisión y también durmiendo en la calle. También hay laicos en la milicia y en el mar, laicos en los hospitales, curando o siendo curados; en las cárceles, los teatros y las galerías de arte, laicos haciendo música y belleza. Y somos todos pecadores.La heterogeneidad existente entre los laicos argentinos es una manifestación de la riqueza de los dones y talentos que el Espíritu ha prodigado en nuestra Iglesia. Pero parece ser una riqueza subyacente, inexplotada o dormida.¡Que este Congreso sea una puntada inicial para que desenterremos los talentos recibidos y los pongamos a producir el ciento por uno!Porque estamos invitados a una fiesta a la que todos están invitados. Pero sepamos reconocer que los que estamos aquí reunidos no somos todos los que podríamos estar.Muchos de nosotros hemos sido enviados por nuestros obispos. Muchos hubieran querido estar pero no han podido. Pero también hay muchos que ni se han enterado que este Congreso tendría lugar. También tenemos que saber que hay muchos que enterados de este Congreso han preferido no venir. Tal vez porque no hemos sabido convocarlos. Tal vez porque no inspiramos confianza. Tal vez porque somos para algunos un antitestimonio. Los cristianos, por nuestros pecados, somos contradictorios y alejamos a la gente de Dios. Hay hombres y mujeres que el único evangelio que leerán en su vida será el testimonio que nosotros les demos. ¿No será que para muchos hermanos resultamos irreconocibles como cristianos?Muchos de nosotros somos clericales, laicos en sacristía pero ausentes en el mundo que debemos consagrar, y desfiguramos el rostro de la Iglesia. ¿Acaso no hemos callado lo que debimos denunciar?”
Sin duda, otro de los momentos más movilizadores fue la ceremonia de clausura, que se realizó en el Teatro Gran Rex el lunes 10, en donde, acompañados por los compases de “Honrar la Vida”, de Eladia Blázquez, leyeron entre todos los asistentes la Carta Abierta al Pueblo Argentino. De esta manera, se dirigieron al resto de los conciudadanos que no asistieron a la ocasión, y se comprometieron a través de la misiva, a llevar y difundir su contenido en las comunidades de origen, además de lo compartido en esos días.
1810 - 2010
Hacia los doscientos años de Argentina...
"Jesucristo, Señor de la Historia,
autor de nuestra fe y
de nuestro compromiso ciudadano,
ayúdanos a descubrir tus caminos”
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