viernes, septiembre 30, 2005

SENTIR EL DOLOR DEL OTRO












Estamos acostumbrados a tener el corazón congelado, a no ver a la persona que está al lado, a no escuchar y sentir el reclamo del que está sufriendo. Y cuando una persona lo hace, nos llama la atención, más si es una barriada entera.En el mes de julio nuestro boletín les acercó la historia de Eugenia Valenzuela, una madre de 7 hijos que está viviendo con ellos en un stud del Hipódromo “General San Martín” de nuestra ciudad.
El artículo explicaba la situación de desalojo que la familia atravesó en ese momento, el motivo por el cual se encontraban de momento en ese lugar, y describía en qué condiciones se hallaban viviendo.Nuestro boletín “CICSO ÑEE” se distribuye de manera gratuita en numerosos y diferentes círculos de trabajo, entre los que se encuentra el Barrio Pueblito de Buenos Aires, población a la que pertenece el hipódromo, y también Eugenia, pues su vivienda original se encontraba en ese sector de la ciudad. Además, el CICSO despliega allí algunas de sus labores mediante la asistencia de la señora Juan Fernández.
Gracias a esa publicación, los habitantes del barrio se enteraron de la situación por la que atravesaba Eugenia y su familia, a la cual conocen desde hace años. Y esto fue motivo suficiente para que esa comunidad comenzara a moverse y averiguar en qué ámbito podían ayudarla. Es así que le acercaron colchones, camas, ropas y calzados, alimentos y una cocina, todos elementos que ayudaron a los Valenzuela a paliar alguna de sus numerosas necesidades. Pero estos vecinos se propusieron seguir asistiéndola en lo que pudieran, aunque se establecieron como prioridad ayudarla a buscar los mecanismos para solucionar estas circunstancias. Es decir, auxiliarla con las cosas más urgentes, pero a la vez auxiliarla a encontrar una solución definitiva a su estado de desamparo.Este gesto de la comunidad de Pueblito de Buenos Aires refleja lo que es la solidaridad en el estado primario y más puro, en el que no se piensa qué es lo que hace, porqué se lo hace, cómo se lo hace, y otros tantas preguntas que invaden el precioso momento en el que se decide hacer algo por el otro. Pero sobre todo, muestra lo que es la verdadera vida en comunidad, donde los hermanos se preocupan y ocupan por el bienestar del otro, donde existe y se practica de manera auténtica el significado de Bien Común. Y también nos alienta a seguir con nuestra labor, con esta edición mensual donde les compartimos las ideas, el trabajo y las reflexiones de este centro, y que elaboramos sin tener claro el real alcance de este modesto medio de comunicación, que en este caso ha servido para unir dos realidades: la del que necesita, y la del que puede ayudar al necesitado.
La situación de Eugenia y su familia sigue siendo la misma. Ella y sus 7 hijos continúan “alojados” en el stud que los alberga junto a los moradores principales de ese espacio: los caballos.

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