miércoles, marzo 01, 2006

La paz, compromiso compartido

Actualidad del pensamiento social de la Iglesia

Comenzar un nuevo año, es siempre, abrir una puerta a la esperanza, a la posibilidad de concretar proyectos en los que confiadamente depositamos nuestras expectativas, metas, a veces postergadas, otras veces frustradas por diversas circunstancias.
Para los católicos, en este año que se inicia, el gran proyecto y la renovada esperanza debería ser el de convertirnos en auténticos constructores de la paz.
El 1 de Enero de 2006, el Papa Benedicto XVI, con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, en su mensaje “En la verdad la Paz”, nos exhorta a “fundamentar la Paz en la verdad de una existencia cotidiana inspirada en el mandamiento del amor”.
Leamos atentamente uno de los párrafos del documento: “La paz es un anhelo imborrable en el corazón de cada persona, por encima de las identidades culturales específicas. Precisamente por esto, cada uno ha de sentirse comprometido en el servicio de un bien tan precioso, procurando que ningún tipo de falsedad contamine las relaciones. Todos los hombres pertenecen a una sola y única familia. La exaltación exasperada de las propias diferencias contrasta con esta verdad de fondo. Hay que recuperar la conciencia de estar unidos por un mismo destino, trascendente en última instancia, para poder valorar mejor las propias diferencias históricas y culturales, buscando la coordinación, en vez de la contraposición, con los miembros de otras culturas. Estas simples verdades son las que hacen posible la paz…Entonces la paz se presenta de un modo nuevo, no como simple ausencia de guerra, sino como convivencia de todos los ciudadanos en una sociedad gobernada por la justicia, en la cual se realiza además, el bien para cada uno de ellos. La verdad de la paz llama a todos a cultivar relaciones fecundas y sinceras, estimula a buscar y recorrer la vía del perdón y la reconciliación, a ser transparentes en las negociaciones y fieles a la palabra empeñada”.
En este texto encontramos una orientación concreta para nuestra conducta si queremos ser instrumentos de paz; bastaría con que nos preguntáramos: si somos, en la sociedad, defensores de la justicia; si trabajamos por el bien común; si defendemos la verdad y denunciamos la mentira en todas sus formas; si tendemos puentes para lograr la reconciliación y el perdón entre los hermanos; si somos confiables y transparentes en nuestras relaciones sociales y comunitarias.
Según sea nuestra respuesta, estaremos o no cumpliendo el rol que como laicos tenemos en la sociedad.

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