El domingo 13 se celebró la Jornada Mundial de los Enfermos, con el objetivo manifiesto de sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a toda la sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos.De esta manera se trata de concienciar sobre la necesidad de ayudar al enfermo a valorar el sufrimiento, en el plano humano y sobre todo en el sobrenatural; también hacer que se comprometan en la pastoral sanitaria de manera especial las diócesis, las comunidades cristianas y las familias religiosas; y favorecer el compromiso cada vez más valioso del voluntariado. Además, se busca recordar la importancia de la formación espiritual y moral de los agentes sanitarios y hacer que los sacerdotes diocesanos y regulares, así como cuantos viven y trabajan junto a los que sufren, comprendan mejor la importancia de la asistencia religiosa a los enfermos.
Cada año, el Santo Padre prepara un mensaje especial para esta jornada. El de este año fue redactado por Juan Pablo II, que supo del sufrimiento de la enfermedad, y de entrega de ese dolor como ofrenda a Dios.En su mensaje destacó que “la Jornada Mundial del Enfermo tiene como objetivo promover la reflexión sobre la noción de salud, que en su acepción más completa alude también a una situación de armonía del ser humano consigo mismo y con el mundo que lo rodea”.En un párrafo especial, se refiere a la pandemia del VIH, que afecta fuertemente al mundo, señalando que “el drama del Sida se presenta también como una "patología del espíritu". Para combatirla de modo responsable, es preciso aumentar su prevención mediante la educación en el respeto del valor sagrado de la vida y la formación en la práctica correcta de la sexualidad”. “En efecto, aunque son numerosas las infecciones que se transmiten por contagio a través de la sangre especialmente durante la gestación -infecciones que hay que combatir con todo empeño- mucho más numerosas son las que se producen por vía sexual, y que pueden evitarse sobre todo con una conducta responsable y la observancia de la virtud de la castidad”.También destacó que “en la lucha contra el Sida todos deben sentirse implicados. Corresponde a los gobernantes y a las autoridades civiles proporcionar informaciones claras y correctas al servicio de los ciudadanos, así como dedicar recursos suficientes a la educación de los jóvenes y al cuidado de la salud. Aliento a los organismos internacionales a promover, en este campo, iniciativas inspiradas en la sabiduría y en la solidaridad, buscando siempre defender la dignidad humana y tutelar el derecho inviolable a la vida”. (Fuente: Prensa Arzobispado de Corrientes,AICA,CICSO ÑEE)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario