Alberto Hurtado Cruchaga SJ, nació en Viña del Mar, Chile, en 1901 en una familia pobre. Estudió abogacía en la Universidad Católica, teología y filosofía en España y Bélgica, y diez años más tarde se ordenó sacerdote. En el 1936 volvió a Chile, donde fue profesor y autor de varios escritos y libros. Era octubre del 44. Estaba dictando Ejercicios Espirituales, cuando hizo una súplica a sus ejercitantes para considerar a muchos que son pobres en la ciudad. Su súplica evocó una respuesta abundante en tan solo 48 horas, y constituyó el principio de una iniciativa que lo hizo especialmente famoso: el Hogar de Cristo, una iniciativa que proporcionaría no solamente un hogar para el nómada, sino también un ambiente caliente de la familia del amor. Usando contribuciones de benefactores y confiando en la colaboración de la gente, el padre Hurtado abrió hogares concebidos y dirigidos de modo que pudieran crecer rápidamente y adaptarse a las necesidades de sus residentes. En algunos casos se convirtieron en centros de la rehabilitación, y en otros de formación profesional.
Escribió sobre los sindicatos, el humanismo cristiano, y el orden social cristiano. Abrió la revista "Mensaje", que sigue publicándose hasta hoy, dedicada a explicar la doctrina de la iglesia. A través de ella influyó en el mundo del pensamiento, y orientó hacia una manera de actuar en la realidad contemporánea, en conformidad, como él mismo escribió, con el mensaje que el hijo del dios ha traído de cielo a la tierra.Hurtado se escandalizó con la pobreza y la desigualdad. "¿Es Chile un país católico?" preguntó en un célebre artículo en el que analizó la realidad chilena de su época, y que le valió ser calificado de comunista, rojo, agitador y subversivo. Hurtado vivió su religiosidad desde la perspectiva de los pobres, en quienes veía a Cristo, y se ocupó especialmente de los trabajadores, a los que animó a organizarse en sindicatos. Fundó la Juventud Obrera Católica y la Acción Sindical Chilena.
Una paradoja es que los mismos sectores que lo atacaron cuando Alberto Hurtado vivía, lo ensalzan hoy como un ejemplo de caridad, que es a lo que se ha tratado de reducir su obra, pues de la preocupación del religioso por los trabajadores casi no se habla. "La caridad no reemplaza a la justicia" fue otro de los principios que impulsó a Hurtado. "Sostengo que cada pobre, cada vago, cada mendigo, es Cristo en persona que carga su cruz. Y como Cristo, debemos amarlo y ampararlo. Debemos tratarlo como a un hermano, como a un ser humano, como somos nosotros", escribió Hurtado. Después de un combate corto con el cáncer del páncreas, Hurtado murió el 18 de octubre de 1952. Fue beatificado el 16 de octubre de 1994 por Juan Pablo II. Lo canonizó Benedicto XVI el 23 de octubre pasado, junto a Gaetano Canoso (1879-1963), el franciscano Felice da Nicosia (1715-1785), el obispo de origen ucranio Jozef Bilczewski (1860-1923) y Zygmunt Gorazdowski (1845-1920).En la ceremonia, el pontífice habló en español sobre Hurtado, definiéndolo así: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón... y a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22,37.39). Éste sería el programa de vida de San Alberto Hurtado, que quiso identificarse con el Señor y amar con su mismo amor a los pobres. La formación recibida en la Compañía de Jesús, consolidada por la oración y la adoración de la Eucaristía, le llevó a dejarse conquistar por Cristo, siendo un verdadero contemplativo en la acción. En el amor y entrega total a la voluntad de Dios encontraba la fuerza para el apostolado. Fundó El Hogar de Cristo para los más necesitados y los sin techo, ofreciéndoles un ambiente familiar lleno de calor humano. En su ministerio sacerdotal destacaba por su sencillez y disponibilidad hacia los demás, siendo una imagen viva del Maestro, «manso y humilde de corazón». Al final de sus días, entre los fuertes dolores de la enfermedad, aún tenía fuerzas para repetir: «Contento, Señor, contento», expresando así la alegría con la que siempre vivió.
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