Los primeros días de noviembre, LATINOAMÉRICA tuvo por capital a Mar del Plata, en ocasión de la Cumbre de las Américas y su versión sociopopular: la Cumbre de los Pueblos. En toda la Argentina se sucedieron manifestaciones que hacían notar el descontento del pueblo latinoamericano con la presencia imperialista del presidente de Estados Unidos, debido a la política, la economía y la militarización que imponen hacia los países pobres: los del “Tercer” Mundo.Seguramente, alrededor de este encuentro se podrán pensar, escribir, delinear acciones, etc., de distinto calibre y posición.
Pero con un objetivo más humilde, nos podemos preguntar: cómo se expresó dicho encuentro en Corrientes, máxime cuando estamos parados sobre uno de los patrimonios universales más codiciados por las grandes potencias, como lo es el ACUÍFERO GUARANÍ y los Esteros del Iberá.Es de destacar la presencia popular de sectores gremiales y movimientos sociales que se organizaron para esta convocatoria y posterior marcha. Pero nadie más. Quizás fueron 1000 o 2000 personas, que representan aproximadamente un 0.2 % de la población de Capital. Casi todas provenientes de los barrios y movimientos que están trabajando comprometidamente con los sectores más carecientes. Igualmente, los sectores gremiales que han presentado numerosas propuestas y trabajos técnicos-sociales desde centros de estudios, reconocidos a nivel nacional como internacional. En una palabra, se podría decir que estuvieron los de siempre; los que permanentemente son caratulados “desde afuera” por su moralidad media baja, su clientelismo, su escasa conciencia social, su individualismo, etc., etc.¿Y el resto de la sociedad? El compromiso social, que tantas veces es parafraseado por tantos sectores sociales, educativos, culturales, empresariales, organizaciones de la sociedad civil y políticos, en ocasiones como éstas, cuando debe “mostrarse”, queda diluido por la ausencia. Independientemente que se esté o no de acuerdo con éste o aquel grupo; más allá de prejuicios ideológicos, en el caso que los hubiere, los correntinos estamos ante una cuestión muy puntual: el Acuerdo de Libre Comercio (ALCA) donde se definen cuestiones medulares como el destino de nuestros recursos naturales; y por otra parte, el desempleo y la pobreza de más del 50% de nuestros conciudadanos. Y ésta era una ocasión para hacer notar qué quiere el pueblo correntino.El ALCA no es una cuestión menor y secundaria; ya lo afirmaban los Obispos, reunidos en San Miguel el 15 de noviembre de 2003: Como se desprende de su nombre, el objetivo del tratado (ALCA) es fomentar el comercio entre los países del continente. Este aspecto será realmente positivo en la medida en que respete la soberanía de las diversas naciones, y promueva el desarrollo integral y la mejor calidad de vida de todos los pueblos signatarios y de todos los sectores y personas que los componen, y no sólo de algunos pocos. Por esto, es necesario tener presente que la democracia no se ejerce solamente en el cuarto oscuro. Es una actitud socio-política para la construcción del Bien Común. En consecuencia, se la debe ejercer en todo momento y ámbito. La participación debe tomar forma real. Y cuando el pueblo se moviliza, en pos del Bien Común, es la oportunidad de mostrar que “existimos” y que “sabemos” lo que queremos. Es necesario despertar del insomnio y participar; movilizarse y peticionar, reclamar y sumar las voces. Y que los dirigentes políticos y empresariales sepan cuáles son las cuestiones que efectivamente interesan a la sociedad y hacia dónde queremos ir.Por eso la democracia es una “actitud” antes que un voto; es un “mandato” de los soberanos, antes que un proyecto partidario o pluripartidario. Y es una obligación de todos los sectores, comprometernos en serio con la democracia; de lo contrario, la democracia como el compromiso, concepto tantas veces esculpido en los labios de pares y dirigentes, seguirá siendo una palabra que la lleva el viento.