martes, agosto 22, 2006

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

SER LAICO, HOY (Primera parte)

Ante una realidad cada vez más compleja, como la del mundo que nos toca vivir y en el inicio de este nuevo milenio, es necesario que nos interpelemos acerca de nuestra identidad laical y precisar qué somos los laicos del Pueblo de Dios. Es necesario, en primer lugar, clarificar el ser del laicado, pues de su ser devendrá su hacer, es decir, su misión.
El Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática “Lumen Pentium”, define así al laico: “Con el nombre de laico se entiende aquí todos los fieles cristianos a excepción de los miembros del orden sagrado, y los que viven en estado religioso reconocido por la Iglesia, es decir los cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo constituido en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo, según la parte que le corresponde. El carácter secular es propio y peculiar de los laicos”. La fidelidad y la coherencia con la riqueza y exigencias de su ser, le dan su “identidad de hombre de la Iglesia en el corazón del mundo y de hombre del mundo en el corazón de la Iglesia”.
El Documento de Puebla (IIIº Conferencia General del Episcopado Latinoamericano 1979) nos amplia y desarrolla este concepto síntesis del ser del laico de la siguiente manera: “En efecto, el laico se ubica, por su vocación en la Iglesia y en el mundo. Miembro de la Iglesia fiel a Cristo, esta comprometido con la construcción del Reino en su dimensión temporal. En profunda comunicación con sus hermanos laicos y con los Pastores, contribuye a construir la Iglesia como comunidad de fe, de oración, de caridad fraterna y lo hace por la catequesis, por la vida sacramental, por la ayuda a los hermanos. De allí la multiplicidad de apostolados”.
“Pero es en el mundo –prosigue el documento- donde el laico encuentra su campo específico de acción. Por el testimonio de su vida, por su palabra oportuna y por su acción concreta, el laico tiene la responsabilidad de ordenar las realidades temporales para ponerlas al servicio de la instauración del Reino de Dios. Entre estas realidades se pone especial énfasis en la familia, la educación, la política, las comunicaciones sociales, buscando siempre el bien común y la defensa de la dignidad de la persona”.Con absoluta claridad el fallecido papa Juan Pablo II nos ubica en medio del mundo, de este mundo que hoy nos toca vivir, secularizado, materialista. Y es allí donde debemos participar en la construcción de una sociedad más justa y solidaria, son variados y múltiples los espacios donde los hombres se organizan para ordenar la vida social y allí debe estar presente el laico cristiano. ¿Nuestra presencia, se manifiesta efectiva y con la fuerza necesaria en la sociedad? ¿Nuestro obrar es coherente y comprometido con la fe que proclamamos? ¿Estamos cumpliendo nuestra misión?

No hay comentarios.: