FAMILIA, CONSTRUCTORA DE LA PAZ
Estamos transitando el mes de diciembre, mes que para los cristianos está cargado de especial significación porque nos preparamos para recibir a Jesús que viene a salvarnos. Ese Jesús que nació y vivió en el seno de una familia concreta aceptando todas las características que le son propias; la Sagrada Familia es por eso, el modelo de vida familiar, comunidad de personas fundada en el amor. La familia como célula primera y vital de la sociedad, se sitúa en el centro de la vida social. Por eso, es oportuno que nos detengamos un momento a reflexionar algunos pasajes del Mensaje de Juan Pablo II en oportunidad de la Jornada Mundial de la Paz (1994) cuyo lema fue: “De la familia nace la paz de la familia humana”.“La institución más inmediata a la naturaleza del ser humano es la familia. Solamente ella asegura la continuidad y el futuro de la sociedad. Por tanto la familia está llamada a ser protagonista activa de la paz gracias a los valores que encierra y transmite hacia adentro, y mediante la participación de cada uno de sus miembros en la vida de la sociedad.Como núcleo originario de la sociedad, la familia tiene derecho a todo el apoyo del Estado para realizar plenamente su peculiar misión. Por tanto, las leyes estatales deben estar orientadas a promover su bienestar, ayudándola a realizar los cometidos que le competen así como reforzar y proteger la genuina institución familiar, respetando su configuración natural y sus derechos de crear unas condiciones mediante las cuales las familiares puedan satisfacer sus necesidades primarias de acuerdo con la dignidad humana. La pobreza, más aún la miseria -que es una amenaza constante para la estabilidad social, el desarrollo de los pueblos y la paz- afecta hoy a muchas familias. A veces sucede que, por falta de medios, las parejas jóvenes tardan en formar una familia o incluso se ven impedidas de hacerlo; por otra parte las familias que se encuentran con necesidades insatisfechas no pueden participar plenamente en la vida social o se ven sometidas a condiciones de total marginación.”Es indudable que existe una íntima relación entre la paz de las familias y la paz del mundo. Una familia es el medio en el que la persona encuentra el ámbito apropiado para desarrollar sus potencialidades, tomar conciencia de su dignidad y prepararse para afrontar un futuro acorde con sus posibilidades y necesidades.Pero, ¿es éste el perfil de nuestras familias argentinas y correntinas? ¿Sus necesidades básicas están satisfechas? Los padres, ¿tienen el trabajo digno que les permita brindar a sus hijos la vivienda, la educación, la salud, la alimentación, la recreación, que posibiliten su desarrollo pleno como personas? ¿Las leyes sociales protegen a las familias, a sus niños, a sus ancianos? ¿Cómo afectan a la convivencia familiar, la desocupación, la inestabilidad laboral? Y nosotros, como Iglesia, ¿qué estamos haciendo para mejorar la situación de nuestras familias, para que, cumpliendo fielmente su misión, sean constructoras de paz? ¿Nos comprometemos en su defensa, revalorización, promoción, o dejamos todo en manos del Estado? ¿Nos involucramos, participando en asociaciones, movimientos, instituciones que sostienen y defienden los derechos y deberes de la familia? ¿O sólo criticamos y nos mantenemos al margen?
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