lunes, agosto 25, 2008

XVI Encuentro del Pueblo de Dios




Las primeras conclusiones del área Social

Según los talleristas que trabajaron en el área “Social”, los ‘más crucificados’ de nuestra sociedad hoy son: los niños en situación de abandono, los marginados, los que no tienen trabajo, los privados de su libertad, entre otros.

Empedrado. – Ya se conocen quiénes son los ‘nuevos crucificados de nuestra sociedad’, ‘los valores que brotan de la Cruz de Jesús’ y los ‘compromisos’ que debieran asumir los ‘discípulos y misioneros de Jesús’, en este XVI Encuentro del Pueblo de Dios realizado aquí.
Es que a poco de iniciar la Misa de clausura de este nuevo Encuentro del Pueblo de Dios, realizado en la “Perla del Paraná”, se pudieron escuchar las primeras conclusiones en que arribaron los talleristas que trabajaron en el área “Pastoral Social”, donde se reflexionó acerca de ‘nuestro servicio a los pobres y la promoción humana’.
Cabe señalar que esta área trabajó en la Escuela Nº 43 de Empedrado. Los coordinadores se mostraron muy contentos por el servicio prestado por los ‘servidores’, y también por los ministerios de música que estuvieron animando permanentemente en cada una de las áreas.

En sintonía
Las primeras conclusiones que arribaron los talleristas en Empedrado, no están muy lejos de los que nos dijeron nuestros Obispos de Latinoamérica y del Caribe, en la V Conferencia General que se llevó a cabo en Aparecida (Brasil) en el 2007.
En el capítulo 8, que se refiere al “Reino de Dios y promoción de la dignidad humana”, más precisamente en su apartado 8.3, que nos habla de “La opción preferencial por los pobres y excluidos”, nos señala muy bien la preocupación de la Iglesia en Latinoamérica por nuestros hermanos que se encuentran hoy excluidos del sistema.
Es claro el ‘Documento Conclusivo’ cuando señala que “los cristianos, como discípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos”.
La solidaridad, también es el signo claro del cristiano. “De nuestra fe en Cristo, brota también la solidaridad como actitud permanente de encuentro, hermandad y servicio, que ha de manifestarse en opciones y gestos visibles, principalmente en la defensa de la vida y de los derechos de los más vulnerables y excluidos, y en el permanente acompañamiento en sus esfuerzos por ser sujetos de cambio y transformación de su situación”.

Preguntas y respuestas
Estas son entonces las preguntas que fueron planteadas para el ‘diálogo en el Encuentro del Pueblo de Dios’, en el área Social, y las respuestas precisamente que surgieron de los fieles:
1 ¿Quiénes son los más crucificados de nuestra sociedad que reclaman una respuesta de nosotros?
Los más crucificados de nuestra sociedad son los niños en situación de abandono, jóvenes, enfermos, pobres de espíritu, los marginados, autoexcluidos y excluidos por la sociedad, ancianos abandonados, los que no tienen trabajo, los adictos, los privados de su libertad, los que tienen necesidades especiales.
2 ¿Cuáles son los valores que brotan de la Cruz de Jesús que nos ayudan a ver y a comprometernos con los pobres?
Amor, entrega, sacrificio, aceptación voluntaria, humildad, servicio, compasión, experiencia de nuestra propia crucifixión, obediencia, paciencia, misericordia, escucha, aceptación al otro, solidaridad, renuncia, confianza en el Padre, amor por los demás, consejo a los jóvenes, fortaleza, tolerancia, compromiso, respeto a la dignidad humana, disponibilidad sensible, perseverancia, caridad, generosidad, escucha, apertura, responsabilidad, docilidad.
3 ¿Qué compromisos debemos asumir, como discípulos misioneros de Jesús, a los reclamos de hermanos que padecen necesidades? (Señalar acciones concretas)
Las acciones concretas que se propusieron fueron: compromiso en todos los ámbitos de la sociedad; educar para el servicio y no quedarse en el mero asistencialismo; coherencia en la actitud cristiana; propiciar espacios de oración y acompañamiento; grupos de ayuda; escuchar la Palabra de Dios y transmitirla; ofrecer tiempo, amor, fe y ayuda y servicio a los que nos necesitan; brindar orientación y consejo a los jóvenes; ‘retroalimentarnos’ constantemente a través de los sacramentos; asistencia inmediata a los necesitados; visitas a enfermos, familias, humildes y a los que están privados de su libertad.

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