jueves, septiembre 27, 2007

Educación, Justicia, Bien Común


ENSEÑANZAS DE NUESTRO PASTOR

El flamante Administrador Apostólico y Arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, dijo recientemente que la educación siempre es un tema que suele tratarlo, no sólo con algunas dirigencias políticas de nuestra Provincia, sino también del país. “Tenemos que educar al hombre argentino, y nosotros cristianos, tenemos que educar al hombre argentino que es cristiano, por lo tanto considero una gran misión”, indicó.

Corrientes, 27 de septiembre de 2007. – La educación es un tema que viene preocupando, hace tiempo, a los argentinos, en especial, a los funcionarios.
La Iglesia no es ajena a estos problemas y sabe que la educación es un pilar básico en toda sociedad.
Es por eso que el flamante Administrador Apostólico y Arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, dijo recientemente, en el III Encuentro de Educadores Católicos, que la educación es un tema que estamos en deuda todos los argentinos.
El prelado sabe que se hizo mucho por la educación de nuestros jóvenes, pero todavía el camino por recorrer es extenso.
El Centro de Investigación y Capacitación Social (CICSO), dependiente del Arzobispado de Corrientes, les invita a compartir algunas reflexiones de nuestro Pastor y que tiene mucho que ver con la realidad social y política de nuestro tiempo.
Ante miles de educadores católicos, Monseñor confesó que en más de una oportunidad, cuando se encuentra reunido con alguna dirigencia política, no sólo de nuestra Provincia, sino también del país, “le comentaba que uno de los temas más importantes, y ante el cual somos deudores, es la educación, me refiero a la educación en general”, aclaró monseñor Castagna.
Por eso invitó a todos a “educar al hombre argentino, y nosotros cristianos, tenemos que educar al hombre argentino que es cristiano, por lo tanto, creo que es una gran misión”, desafió.
Como no podía ser de otra manera, el Arzobispo emérito dio una catequesis al respecto: “Jesús le dice a sus discípulos: ‘Vayan por todo el mundo y hagan discípulos míos a todos los pueblos’, por lo tanto esa es la misión, y para hacerlo discípulo hay que ‘conectarlo’ con el Maestro lógicamente, discípulo suyo, no nuestro. Pero nosotros le prestamos todo lo nuestro, ustedes le prestan todo lo suyo, para que El pueda manifestar su Magisterio a los hombres, a todos los hombres”.

La justicia entre los hombres
Por otra parte, en su alocución radial correspondiente al domingo 23º del Tiempo Ordinario, monseñor Castagna hizo mención de cómo ejercer justicia entre los hombres. “Cuando se observa la facilidad con que nuestros contemporáneos se juzgan mutuamente surge el deseo de reaccionar como Jesús. Es verdad que la administración de la justicia humana no debe priorizar la misericordia sino la ley, pero, no debe excluirla del espíritu con que se aplique la ley. De esa manera se previene - en la administración de la justicia – cualquier brote de venganza. Aún se percibe el odio, a veces promocionado, tanto en el discurso como en las actitudes de muchos conciudadanos. No es el sendero que conduce a la paz. Tampoco lo es la impunidad y la insistencia en declararse exento de toda culpa y responsabilidad”.
Por eso nuestro Pastor va a decir en el siguiente párrafo que “la justicia está al servicio de la verdad y de la recuperación del equilibrio social perdido, no de la venganza y de la represalia. Para ejercerla debidamente será preciso disponer de un corazón sosegado y de una mente capaz de examinar con imparcialidad y equilibrio cada causa. También se requiere fortaleza para rechazar todo tipo de presión ideológica y política”.

“¿De cuál bien común se habla?”
Asimismo en su alocución radial correspondiente al domingo 22º del Tiempo Ordinario, se refirió sobre el bien común, y se preguntaba: “¿De cuál bien común se habla?”.
El respondía muy acertadamente que “buscar el bien común es buscar el bien de todos. Para ello es preciso establecer, en una generosa aproximación, de cuál bien se habla. Con un lenguaje o con otro se impone identificarlo y otorgarle un consentimiento que supere particularismos y se ajuste a la coherencia del pensamiento compartido cordialmente. A veces se producen contradicciones, que requieren ser allanadas con buena voluntad”.
Luego dijo que “las bases del ecumenismo están en los vínculos que se establecen a partir de coincidencias simples y claras. Eso mismo debe ocurrir en los espacios del pensamiento político y social. A veces se advierte demasiada rigidez, al sostener propias convicciones, particularmente cuando la intolerancia cierra todo paso al diálogo. Es preciso armonizar la seguridad en la Verdad que profesamos con el aporte a la sociedad - pluricultural - que debemos hacer de ella”.

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